Hoy me levanté a las 9 y media. Me bañé aunque tenía mucho frío. Estaba checando en internet sobre las becas (porque no quiero pagar porque soy coda) y sobre la posibilidad de irme a Alemania. A mí me gustaría pasearme, pero no me importa mucho quedarme en casa tampoco. Luego en el camión pensé en eso que ya había atravesado mi mente (exactamente en el momento en que estaba en la veterinaria): todas las teorías psicológicas, sociales, físicas, etc, y sus postulados están ahí al mismo tiempo: mientras que la señora pregunta por los perritos, comunica, es un signo, su psique, traumas, nivel socioeconómico, fuerza sexual, conocimientos, lenguaje, cosa universal (lo siento, y me perdonaréis los lo siento entre paréntesis, yo sé que sí). Entonces me dio miedo cuando recordé eso que leí en un (bueno, no lo diré porque me da pena verme a mí misma leyendo ese stuff): el hombre quiere atrapar a cuantas mujeres puedan, entonces son las mujeres quienes eligen ser atrapadas. Ellas finalmente realizan eso que llaman vulgarmente "pesca de hombres" utilizando como criterio la definición que les han enseñado bajo la etiqueta de "buen partido". Me sentí paranoica y empecé a ver en todos los hombres un brillo raro que no había percibido antes. Temblé porque pensé que alguien me seguía. Debía de parecer sofisticada, así que me solté mi (corto corto) pelo y me formé en la línea del banco.
(Este es un paréntesis para mi amiga Diana. No quise haberte molestado mucho hoy, pero me pongo nerviosa con eso del dinero y los depósitos y transacciones. Comprendo lo que quieren decir con "el dinero está ahí, es tuyo" pero no lo tengo en las manos, nervios. El 0 parecía una o, así si leíamos el número de cuenta encontrábamos una disyuntiva: esta cuenta (incompleta) 0 en banorte a este señor Garza García. Y como el nombre del municipio es casi igual, contemplé en la posibildad de una equivocación.)
Como no tenía saldo en mi cel (es para no molestarte a ti, you know who, con estupideces de que me gustas y todo ese stuff aberrante) me mudé de fila y detrás mío estaba mi vecina, la esposa del carpintero sordo. Me dí media vuelta y le dije "Hola, ¿cómo está?", y me respondió: "¿Qué? ¿eh?", (annoying) "Ah!, perdón, no te reconocí, como siempre te veo de noche"... Por eso no puedo decir como tú, hiperbóreo, que amo a la gente. Amas la idea del amor (bueno, eso es otro stuff). OH! sopresa, olvidé (coda coda coda) el efectivo para los regalos de navidad, jajajaja. No podía comprar ese ____________. Nueva fila en el banco. Comprendo que haya gente que necesita entrenamiento cuando entran a trabajar, hacen su esfuerzo por aprender, pero siempre me tocan a mí. La señora de los ojos me picó el ojo izquierdo y casi me lo reseca con ese afán de tomar la foto a colores de mi hermoso iris castaño, sus dedos flacos y puntiagudos aplanándome mis párpados y amenazando a mi globo ocular con sacarlo de (sus casillas) su órbita. Bueno, en este caso me tocó la cajera nueva, doble miedo porque se puede pirar mi dinero, se puede equivocar en un número y mandar la mitad de mi renta de (oh, jojojo) aguinaldo a un individuo atascadamente rico, o yo que sé, disponer a voluntad de los ahorros de los huérfanos y las viejecitas. Después de la travesía por el banco, (sí, me refiero al mar de caras largas que había ahí, de seguro no les dieron ni la mitad de lo que esperaban, pillines) me devolví a la tienda donde vi cuatro libros que llamaron mi atención:
1. (Algo) De que tengas tú, miserable, el poder. Citas de los romanos y demás emperadores (chinos, Stalin, etc.) Cómo manipular a la gente, házte el tonto, confía en tus enemigos y no en tus amigos, la técnica del espejo para marear, lame las botas de tu jefe, muchos halagos, pocos halagos, haz que todos dependan de ti, etc. Lo único que me gustó fue "Aunque pienses diferente, actúa normal", y "(bueno, olvidé lo que iba a poner, si mi subconsciente logra localizarlo a tiempo, lo pondré)". Este libro no lo compraría, de hecho, me decepciona que la gente piense, escriba o lea estas cosas (exceptuando las que me gustaron éticamente).
2. Había un libro ahí que se llamaba "Diario de una mujer gorda", que es una novela de la blogósfera. Supuestamente ganó el premio del mejor blog (Respétame que soy tu madre) en 2006. Es algo impreso de lo que unos amigos querían hacer.
3. Un libro para niñas emo (¿puedes creer que lo escribí con h?), el primer capítulo titulado: "A veces me siento como si fuera invisible", y el segundo "Me gustaría que los demás se dieran cuenta de que existo". No me aprendí el nombre (lo siento) ni el autor (de hecho, creo que era mujer), pero el diseño estaba muy bonito y gótico. (A propósito de los emos, ¿hay que abrazarlos o golpearlos?)(Es una broma, malditos los que golpearon a los emos en Querétaro, malditos, malditos, malditos)
4. Un libro de D.H. Lawrence. Algunos críticos (¿mi memoria notable?) dicen que este autor es el mejor de los estadounidenses de todos los tiempos, y que habiendo leído una de estas novelas, ya os moriréis (¿sí?) feliz, como una lombriz.
La opción cuatro se veía muy deliciosa, con su 30 pegadito a la tapa. Pero no compré nada (coda coda coda), mejor fui a la otra soriana (donde recuerdo que en mis tiempos de secundaria había cosas interesantes, no quiero decir con esto que yo fuera una aspirante a snob, tal vez sí, pero no intencional) esperando encontrar las obras de antaño "el canto del... (algo, se me olvidó)", "filosofía del horror", filosofía del horror me da miedo porque es un libro doble con dos tapas idénticas pero una invertida, y un dibujo borroso, azul, la otra verde. Algo como eso. No me decepcioné tanto: como seis libros de Ensayo sobre la ceguera, como seis libros de Isabel Allende, como seis libros de Harry Potter, y como mil de Barney y de Barbie. Entre tanta mugrilla (No ofense, Saramago, Potter... (porque considero que H.P. se escribió a sí mismo y J. K. Rowling es sólo un títere del mundo capitalista. Que sea un robot, qué miedo) encontré uno de David Toscana, Santa María del Circo, que ya había visto ahí ¡hace un año! a 30 pesos y nadie se lo llevaba. Lo adopté para envolverlo en periódico y depositarlo subrepticiamente bajo el pino raquítico y, así, paliar el desazón del recorte de aguinaldo de mi padre. También quise haber sustraído ilegalmente (qué rayos le pasa a mi vocabulario) un ejemplar de Benito Pérez Galdós, ya que no había alcanzado mi efectivo para adquirir las valiosas "Tres novelas realistas" (me convencí a mí misma que la letra era demasiado pequeña para mis cansados ojos, los que esperan verte convertido en una momia, you know who), creo que era La Tía Tula (no, este es de Unamuno, a ti no te engaño), bueno, una de las tías, y no tenía precio. Pude haberlo sacado como si fuera mío. Era muy bonito, con un grabado en las tapas, las mujeres con sombrillas y vestidos amplios rodeadas de enredaderas y flores. Pero lo dejé ahí junto con las revistas Fama y (bueno, la otra porquería que no recuerdo cómo se llama, Hola!) con la esperanza de que alguien lleno de bondad lo robaría o lo compraría, y lo leería, lo acariciaría y soñaría con él y... su alma experimentaría un crecimiento espiritual insospechado.
Entonces vi a una muchacha en el camión con un bebé y pensé que hay personas que tienen hijos y otras que viajan por el mundo, que el mundo está hecho de casualidades y que hay esas redes telepáticas entre familia. Llegando a la parada donde me bajo para ir a mi casa, pasaron cuatro camionetas del ejército con muchos soldaditos llevando sus escopetas y metralletas y sus cascos ridículos. (Acabo de recordar ese anuncio donde decía "soy un buen tipo, gays, soldados, anímense, mi cel es..."). Cuando entré a mi casa me dio mucha hambre y le robé a mi hermano uno de sus cuatro panes con frijoles y queso. Me comí una naranja y una sopa instantánea y dos tacos de rajas con cebolla que me supieron a gloria, aunque mi mamá los hiciera sin ganas. (No os asustéis, ya no cené más que un café frappé, (sí, amiguitos, con los 14° o 7° de sensación térmica).
Convencí a Diana de ir a ver a Fer y la pasamos bien. Diana me asustó con una cosa de las tarjetas de débito que se quedan atoradas en los cajeros. Luego pensé en que yo no me pude robar un mugre libro de Pérez Galdós, cómo alguien se puede birlar los ahorros de un pobre viejecito, tristemente asombroso. Viva la diferencia. Mi hermano me contó algo sobre mi padre. Esto hizo que recordara el desengaño equivalente a "bye, no todas las personas son buenas, algunas no lo son, de vez en cuando", he aquí: "no todo amor es para siempre: sad but true" y "no todo lo que brilla como amor, lo es". Santa Claus no existe. No miento, me enteré de tres rupturas amorosas en 24 horas. Paradójicamente eso me puso feliz y temerosa. Feliz porque sé que voy a encontrarte, right one, y temerosa porque siempre habrá alguna pollita merodeando para ti, conocerás a muchas personas durante el tiempo que vivas, puede ser una mirada o un gesto y yo te habré perdido para siempre.
Mi mamá se veía como si hubiera dormido toda la tarde y se hubiera bañado, lista para salir toda la noche. (No, no es lo que tú piensas)Su pelo es dorado. Le puse la webcam para (no, tampoco pienses eso)la videoconferencia donde mi tía debía (lo siento por la cacofonía, lo siento) pasarle los secretos culinarios del chile para los tamales. Jesús Amado quería ver mis mascotas: un pez que se llama Cleofás, pero le decimos Cleo o pececillo, y mi tortuguita (toritoooo) que se llama tortuguita (o un nombre japonés que le puso you know who. Cuando mi mamá levantó a la tortuga la cabeza le colgaba y los ojos estaban (créanlo o no) rojos e hinchados. Puedo jurar que hasta tenía lagañas y que sufro por ello. Mi papá me convenció de darle un pase de paracetamol, y ahorita la observé, al menos su cuello es un poco más fuerte. Llamé a Diana otra vez, su compañero de trabajo me la curará.
Aquí pararemos la máquina, Dean. Son casi las 5:00 am y mañana hay qué madrugar.
martes, 22 de diciembre de 2009
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